Jóvenes tahitianas con flores de mango Paul Gauguin |
Cronología: 1899
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 94 x 72 cm
Estilo: Postimpresionismo
Tras el Postimpresionismo se desarrollan algunas tendencias que pretenden la huida de la realidad, además de un rechazo de la plasmación mimética de la naturaleza. La idea de evasión y la búsqueda de lo rústico y de lo primitivo tuvo un punto de encuentro en Pont-Aven, un pueblo bretón donde se juntarán varios pintores, entre ellos Gauguin.
Paul Gauguin se traslada definitivamente a Tahití en 1894, donde quiere encontrar una relación más serena con su mundo interior. Todo en sus pinturas realizadas allí, desde el color a las formas, van más allá de las apariencias para cargarse de un sentido más profundo y verdadero, más religioso o redentor.
En esta obra se representan dos jóvenes tahitianas, cuyo porte y manera fascinan al pintor. No sólo representan la ofrenda de una canasta de flores, sino que son la imagen de una vitalidad y una alegría pura.
En cuanto a la composición, las dos jóvenes ocupan casi todo el espacio, y en el centro se encuentra la bandeja de flores. El fondo no está definido, lo que da mayor importancia al primer plano y hace que la obra sea más atemporal. Técnicamente, los colores son delimitados por las líneas del dibujo. La representación tiende al esquematismo y es muy simple, algo que recuerda a las vidrieras románicas.
La intención del pintor es que el espectador participe de la escena y encuentre un instante de felicidad al observarlo.
Paul Gauguin se traslada definitivamente a Tahití en 1894, donde quiere encontrar una relación más serena con su mundo interior. Todo en sus pinturas realizadas allí, desde el color a las formas, van más allá de las apariencias para cargarse de un sentido más profundo y verdadero, más religioso o redentor.
En esta obra se representan dos jóvenes tahitianas, cuyo porte y manera fascinan al pintor. No sólo representan la ofrenda de una canasta de flores, sino que son la imagen de una vitalidad y una alegría pura.
En cuanto a la composición, las dos jóvenes ocupan casi todo el espacio, y en el centro se encuentra la bandeja de flores. El fondo no está definido, lo que da mayor importancia al primer plano y hace que la obra sea más atemporal. Técnicamente, los colores son delimitados por las líneas del dibujo. La representación tiende al esquematismo y es muy simple, algo que recuerda a las vidrieras románicas.
La intención del pintor es que el espectador participe de la escena y encuentre un instante de felicidad al observarlo.
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