Roma había entrado en contacto con otros pueblos situados más allá de sus fronteras, a los que denominó con el nombre genérico de "barbari" o extranjeros, a pesar de que pertenecían a distintas etnias. El sentido del término es altamente peyorativo, pues hacía alusión a gentes de un nivel cultural inferior.
En términos generales, se trataba de pueblos nómadas o agrupaciones de tribus cambiantes, que originarios de Escandinavia y del Báltico, recorrían Europa occidental en busca de pastos, caza, pesca o botín. Su aspiración era encontrar lugares donde instalarse y poder desarrollar una agricultura sedentaria y una ganadería vacuna.
Desde que los contactos comenzaron a ser más frecuentes Roma comenzó a darse cuenta de la diversidad de estos pueblos, al tiempo que aprendían de ellos. A pesar de la continua defensa de Roma, el "limes" o frontera se acabó convirtiendo en la zona de contacto que facilitaba la relación entre ellos. Además, se permitió la entrada de germanos en el ejército romano, primero como auxiliares y, después, en puestos de mayor responsabilidad.
No obstante, fueron numerosas las incursiones protagonizadas por francos y alamanes, que saquearon durante años las provincias del Imperio, pues el sistema defensivo no era bastante coherente. Durante muchos años los emperadores romanos trataron de evitar la catástrofe y algunos lo consiguieron, pero a lo largo del siglo IV la invasión de los pueblos germánicos dentro del Imperio se convirtió en un hecho irreversible.
Desde el año 476 los diversos estados germanos obraron con mayor libertad y, de forma paulatina, se fueron instalando en ciertas zonas de los países ocupados o en algunos puntos estratégicos. Los asentamientos se hicieron en tierras imperiales o en dominios particulares que los germanos compartieron con los habitantes de procedencia romana.
En el conjunto de los pueblos germanos podemos distinguir dos categorías en función de su capacidad de resistencia a los cambios:
- Aquellos que fueron absorbidos por otros reinos más fuertes (suevos o burgundios) o que no pudieron resistir la contraofensiva bizantina (vándalos y ostrogodos).
- Aquellos que lograron sobrevivir a las continuas fluctuaciones, al menos hasta la llegada de los musulmanes a Occidente a comienzos del siglo VIII: visigodos, francos, anglos y sajones.
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