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03 febrero 2012

Los primitivos flamencos: la pintura de los Países Bajos en los siglos XV y XVI (tema)

Mientras que en la mayor parte de Europa las primeras décadas del siglo XV prolongan las formas del gótico internacional, en los Países Bajos se asiste a una recuperación del naturalismo nórdico con los primitivos flamencos, entre los que destacan artistas como Jan van Eyck, Rogier van der Weyden o Robert Campin. El camino que emprende la pintura flamenca responde a un cambio que se produce en el ámbito del pensamiento y que, desde mediados del siglo XIV, supone una reacción a las teorías aristotélicas. Se trata de la aparición del nominalismo, que establece que no existe ninguna realidad universal fuera del alma. De esta forma, la realidad se convierte en el único medio disponible para llegar al conocimiento, abriendo así una importante vía al naturalismo.
Pero los cambios son también sociales. El desarrollo del comercio había dado lugar a la consolidación de una importante burguesía, que se convirtió en la mejor clientela de los pintores. Su gusto se alejaba del refinamiento y elegancia que primaban en las cortes. No obstante, la decisión de Felipe el Bueno de trasladar la corte ducal a los Países Bajos dotó de un gran impulso al desarrollo del arte flamenco.
La organización de los pintores en gremios adquiere vigencia y fortaleza. El taller se convierte en el escenario en el que se enseñan técnicas muchas veces secretas, como el uso del óleo y las veladuras.
Roger van der Weyden - El Descendimiento
Museo Nacional del Prado
Gracias al perfeccionamiento técnico que consiguen pudieron representar la realidad atendiendo al espacio tridimensional, la luz, las calidades de los objetos y a los hombres en movimiento. Las experimentaciones espaciales culminaron con resultados superiores a los italianos, aunque se realizan de un modo intuitivo. La línea se disuelve y la figura adquiere corporeidad mediante la gradación del color y la utilización de los efectos lumínicos.
La temática continúa siendo preferentemente religiosa, aunque muchas veces las escenas se desarrollan en interiores domésticos. Por otra parte, el interés de los pintores flamencos por representar el mundo que les rodea les conduce al desarrollo del retrato y a incorporar el paisaje urbano o natural a los espacios interiores a través de puertas o ventanas. El pequeño formato de algunas de las obras y el detallismo y la precisión en la representación vinculan a estos pintores con una larga y extraordinaria tradición miniaturista.

Será un estilo que durará desde el siglo XV hasta el XVII.

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