Con la llegada al trono de Carlos el Gordo (887) se producen una serie de distensiones internas y los reinos de Francia, Italia y Germania adquieren cada vez más fuerza. Éste último, bajo el reinado de Enrique el Pajarero, se consolida e impone su autoridad gracias a la colaboración de la iglesia.
Este reino es el que hereda Otón I en el siglo X dando comienzo a la nueva dinastía otoniana y siendo considerado como nuevo salvador de la cristiandad y continuador de la renovación emprendida por Carlomagno. Otón II consolida este gran reino y se autoproclama como "Romanorum Imperator Augustus". El periodo otoniano se extenderá desde la segunda mitad del siglo X hasta el año 1024, en el que muere Enrique II.
Iglesia de San Miguel de Hildesheim
(Imagen: Wikimedia - Heinz-Josef Lücking)
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La arquitectura es el mejor exponente de esta dinastía, que promueve grandes edificaciones gracias al respaldo de los obispos, dotando de una nueva catedral a todas las sedes episcopales y engrandeciendo los monasterios con suntuosos edificios.
Se escoge la planta basilical con grandes transeptos, en ocasiones dobles, y criptas muy desarrolladas de gran superficie. Las naves de los templos se disponen en dos pisos, con tribuna en la parte superior, y se alterna el uso de pilares y columnas. Todo ello se traduce al exterior en nítidos y rotundos volúmenes entre los que destacan las torres añadidas en los extremos orientales y el cuerpo occidental.
De esta manera, las construcciones otonianas retoman esquemas antiguos y los dota de soluciones nuevas que abren paso a la arquitectura románica.
Obras:
- Iglesia de San Miguel de Hildesheim
- Iglesia de San Pantaleón de Colonia
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