La imagen del faraón con sus atributos y títulos hablan de un ser más que humano en el que descansa el propio orden del mundo. Son muchos los símbolos que lo distinguen del resto de los mortales. Un ejemplo es el propio nombre.
Se componía de títulos y epítetos que lo relacionaban con las divinidades, con su fuerza y su autoridad. El faraón tenía cinco títulos que sólo se utilizaban en ocasiones especiales.
El primero y más antiguo era su "nombre de Horus", que aparecía inscrito en el serej, una especie de rectángulo que imitaba la fachada de un palacio, sobre el que aparecía un halcón, símbolo del dios Horus. Durante el Imperio Nuevo siguió a este nombre el epíteto "Toro poderoso", alusivo al poder del faraón.
El segundo título era el de Nebty, "las dos damas", haciendo referencia a las dos diosas protectoras de Egipto (Nekhbet y Wadjet) y al control del faraón sobre las Dos Tierras.
El tercero era el de "Horus de oro", insistiendo en la naturaleza divina del faraón.
El cuarto era Nesu-bity, "el que pertenece a la caña y a la abeja", y estaba relacionado con los derechos de soberanía del faraón sobre su territorio.
A este título le seguía el nombre que había escogido el faraón al subir al trono, que se colocaba dentro de un "cartucho" o shenu al que se le atribuye una función de protección y un significado de eternidad.
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