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12 abril 2013

El cine de terror (tema)

El cine de terror resulta fácilmente catalogable en cuanto su pretensión es provocar miedo o angustia en el espectador, sin que sea necesario que el mundo de ficción propuesto se ubique fuera de la experiencia ordinaria del espectador. Sin embargo, la mayoría del cine fantástico participa de la misma pretensión del cine de terror.
El cine de terror expresa preocupaciones y miedos del presente, incluso en ocasiones hay relatos que constituyen auténticas alegorías de sucesos históricos. El terror adquiere un significativo desarrollo con la llegada del sonoro, sobre todo con las películas de monstruos, es decir, de animales malignos, hombres lobo, vampiros, zombies, momias vivientes y otros seres animados que amenazan a los humanos. La oposición día/noche, la personalidad escindida, la deformación física que provoca miedo o repugnancia, diversas formas de enloquecimiento y criminalidad son los temas más recurrentes. Sin embargo, se trata de un género relegado a la serie B.
Frankenstein
De los primeros años destacan directores como James Whale (La máscara de hierro o El doctor Frankenstein) y Tod Browning (La parada de los monstruos, Drácula o Muñecos infernales).
En los años cuarenta, el agotamiento de los temas lleva a digresiones (mezclas en el argumento de diversos mitos) y a tratamientos cómicos e irónicos de escasa calidad.
En los años cincuenta destacan las obras de Jack Arnold (La mujer y el monstruo o El increíble hombre menguante) y Roger Corman (La obsesión o El cuervo).
Fuera de Estados Unidos destacan las producciones de la Hammer de los años 60, sobre todo las dirigidas por Terence Fisher (La maldición de Frankenstein o Drácula).
En las últimas décadas, el cine de terror ha evolucionado hacia el gore y el fantástico híbrido y/o con ciclos especializados. Destacan obras como La semilla del diablo o El baile de los vampiros. El tema del diablo recibe diversos tratamientos, y destacan películas como El exorcista o Carrie. Los mitos de Frankenstein y Drácula han conocido versiones modernas más fieles a los textos literarios (Drácula, de Bram Stoker o Frankenstein, de Mary Shelley) además de variaciones como Entrevista con el vampiro. Con pretensiones más comerciales se han explotado los temas del psicópata asesino, fenómenos paranormales, posesiones diabólicas, etc.
Este ciclo está compuesto por películas de bajo presupuesto y escasa calidad a cargo de directores trash, que hacen de la transgresión visual el atractivo para competir con la televisión. Son películas que se definen por la existencia de sangre, vísceras y mutilaciones; hacen del asco y la repugnancia un espectáculo y propician un espectador, mayoritariamente adolescente, fascinado por el sadismo y la mirada “pornográfica”. Destacan La matanza de Texas o Pesadilla en Elm Street.

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