El arte incierto y, sobre todo,
ecléctico que se desarrolla en el siglo XVI, concretamente entre 1492 y 1527,
en España puede recibir diferentes denominaciones: estilo Cisneros,
Prerrenacimiento, Protorrenacimiento o Plateresco.
Dentro de este periodo, la
historiografía ya tradicional ha denominado a la arquitectura que se realizó
durante el segundo tercio del siglo XVI de Plateresco purista por su mayor
pureza decorativa para establecer en el último tercio el desarrollo del llamado
estilo herreriano, promovido por Juan de Herrera y Felipe II.
Pero el llamado plateresco no
constituye un estilo arquitectónico en sí mismo considerado, sino una forma o
tendencia interpretativa del Renacimiento quattrocentista italiano más o menos
tosca e indocta, pero sin prescindir totalmente de la tradición entonces
“moderna” del gótico hispano flamenco y de las nuevas corrientes ya amaneradas
que procedían de la misma Italia y especialmente de Milán y Nápoles. Viene a
ser una de sus diversas interpretaciones casi regionales, caracterizada porque
su arquitectura resulta especialmente decorativa y no estructural, y porque
tampoco carece de cierto sentido figurativo y hasta emblemático en ocasiones.
El Plateresco es, en esencia, un eclecticismo híbrido y ya historicista.
Se ha caracterizado a la
arquitectura plateresca por el empleo de una serie de elementos ornamentales
más o menos singulares, donde lo clásico también se encuentra y une con la
decoración propia del gótico, combinándose entre sí. Todos estos elementos ornamentales
se aplicaban a estructuras aún preferentemente góticas, donde, sin embargo, ya
se empleaban a veces soportes clásicos como arcos de medio punto y hasta
órdenes arquitectónicos.
Por “estilo Cisneros” se ha
considerado historiográficamente a la tendencia artística en la cual se produce
el fenómeno híbrido de unión de motivos decorativos propios del Renacimiento
italiano y lo mudéjar y hasta de lo árabe, no existiendo, o pasando
desapercibido, el componente gótico.
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