La conquista de Ceuta en 1415 por los portugueses marca el comienzo de las exploraciones de la costa africana que esta nación protagonizará de forma absoluta, gracias al decidido impulso dado a las mismas por el infante Enrique el Navegante.
Desde ese momento y hasta su muerte en 1460, Portugal desarrolla una ininterrumpida progresión costera hacia el sur del continente: entre 1425 y 1427 conquistan Madeira y las Azores; en 1434 descubren la posibilidad de regresar hacia el norte desde el cabo Bojador, pasando por las Azores, aprovechando los vientos alisios; en 1441 alcanzan Río de Oro; y en 1445 llegan a Cabo Verde y penetran por la desembocadura del río Senegal, iniciando las exploraciones en el interior del continente que desarrollarán de forma planificada durante diez años. Algunas expediciones estuvieron protagonizadas por aventureros.
Pero la muerte del infante no supuso la paralización del avance: en 1471 descubren la Costa de Oro y el delta del río Níger; en 1483 llegan a la desembocadura del Congo; en 1487 Bartolomé Días alcanza Sudáfrica, dobla el cabo de las Tormentas (llamado después de Buena Esperanza) y penetra en el Índico; en 1498 Vasco de Gama bordea la costa africana y, tras hacer escala en Mozambique, llega a la costa de la India.
La toma de contacto directo con el África negra tuvo efectos económicos notables, especialmente en el movimiento de esclavos y oro, monopolizado hasta entonces por el comercio de los musulmanes del Magreb y que entrará en decadencia ante el impulso portugués. Por eso, el principal objetivo de los portugueses fue asegurarse su exclusividad y monopolizar su presencia en África frente a Castilla, cosa que consiguieron en 1454 al renunciar ésta a las exploraciones a cambio de su derecho de conquista sobre las Canarias. El tratado de Alcaçobas-Toledo (1479) aseguró el monopolio portugués de exploración al sur del cabo Bojador. El papa Sixto IV consagró esta solución a través de la bula Aeterni Regis (1481).
Pero esta expansión también tuvo consecuencias en las mentalidades y comenzó a modificar lentamente la imagen y la consideración que a ojos de los europeos tenían los habitantes de estos territorios desconocidos hasta entonces. Desde plantearse la necesidad de conocer lenguas para asegurar la comunicación, hasta la elaboración de teorías sobre la bondad natural de estos pueblos y la necesidad de evangelizarlos pacíficamente.
Desde ese momento y hasta su muerte en 1460, Portugal desarrolla una ininterrumpida progresión costera hacia el sur del continente: entre 1425 y 1427 conquistan Madeira y las Azores; en 1434 descubren la posibilidad de regresar hacia el norte desde el cabo Bojador, pasando por las Azores, aprovechando los vientos alisios; en 1441 alcanzan Río de Oro; y en 1445 llegan a Cabo Verde y penetran por la desembocadura del río Senegal, iniciando las exploraciones en el interior del continente que desarrollarán de forma planificada durante diez años. Algunas expediciones estuvieron protagonizadas por aventureros.
Pero la muerte del infante no supuso la paralización del avance: en 1471 descubren la Costa de Oro y el delta del río Níger; en 1483 llegan a la desembocadura del Congo; en 1487 Bartolomé Días alcanza Sudáfrica, dobla el cabo de las Tormentas (llamado después de Buena Esperanza) y penetra en el Índico; en 1498 Vasco de Gama bordea la costa africana y, tras hacer escala en Mozambique, llega a la costa de la India.
La toma de contacto directo con el África negra tuvo efectos económicos notables, especialmente en el movimiento de esclavos y oro, monopolizado hasta entonces por el comercio de los musulmanes del Magreb y que entrará en decadencia ante el impulso portugués. Por eso, el principal objetivo de los portugueses fue asegurarse su exclusividad y monopolizar su presencia en África frente a Castilla, cosa que consiguieron en 1454 al renunciar ésta a las exploraciones a cambio de su derecho de conquista sobre las Canarias. El tratado de Alcaçobas-Toledo (1479) aseguró el monopolio portugués de exploración al sur del cabo Bojador. El papa Sixto IV consagró esta solución a través de la bula Aeterni Regis (1481).
Pero esta expansión también tuvo consecuencias en las mentalidades y comenzó a modificar lentamente la imagen y la consideración que a ojos de los europeos tenían los habitantes de estos territorios desconocidos hasta entonces. Desde plantearse la necesidad de conocer lenguas para asegurar la comunicación, hasta la elaboración de teorías sobre la bondad natural de estos pueblos y la necesidad de evangelizarlos pacíficamente.
LA INFORMACION ESTA INTERESANTE Y COMPLETA
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario
EliminarInformacion muy buena pero cuenta poco de africa
ResponderEliminarSe intentará ampliar lo antes posible. Muchas gracias por el comentario.
Eliminaresta todo b8ueno pero falta k cuente mas de africa
ResponderEliminarEstá muy bien, pero debiste poner "Las exploraciones portuguesas en África en la Edad Media y Edad Moderna", pues los hechos que ocurren a partir de 1453 se consideran parte de la Edad Moderna. Pero la información está bien, me fue muy útil.
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