Bartolomé Esteban Murillo - Autorretrato |
Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) es uno de los más importantes pintores del barroco español.
No se sabe mucho de su infancia y juventud, salvo que fue el último de catorce hermanos y quedó huérfano de madre y padre en 1628, pasando entonces a vivir con su tío.
Hacia 1635 debió iniciar su aprendizaje como pintor, muy probablemente con Juan del Castillo, casado con una prima suya. Después comenzaría una brillante carrera que le fue convirtiendo en el pintor más famoso y cotizado de Sevilla.
Se sabe que en 1658 viajó a Madrid, y probablemente allí tuvo contacto con otros pintores como Velázquez, Zurbarán y Cano y conoció la colección de pinturas del Palacio Real.
Muy pronto hubo pinturas suyas en las principales iglesias y conventos sevillanos así como en las mansiones más nobles.
En 1660 funda, junto con Francisco Herrera el Mozo, una academia de pintura. La presidencia de la misma será abandonada por Murillo en 1663, siendo sustituido por Juan de Valdés Leal.
El 3 de abril de 1682 fallece en Sevilla y es enterrado en la iglesia de Santa Cruz, templo destruido por las tropas francesas en 1811.
Sus obras iniciales están muy influenciadas por el estilo de Alonso Cano y en ellas destaca el uso uniforme de la luz, algo que cambiará a lo largo de su carrera y evolucionará hacia el uso de contrastes lumínicos y gradaciones tonales.
En 1645 recibe su primer encargo importante: una serie de trece lienzos para el Claustro Chico del convento de San Francisco en Sevilla, en la que hay cierta influencia del arte de Tiziano, Rubens y Van Dyck.
Posteriormente realizará la gran Inmaculada Concepción de la iglesia de los Franciscanos y la Sagrada Familia del Pajarito.
El periodo más fecundo de Murillo se inicia en 1665 con el encargo de los lienzos para Santa María la Blanca (El Sueño del patricio y El patricio relatando su sueño al papa Liberio) con los que consiguió aumentar su fama y recibir un amplio número de encargos, como las pinturas del retablo mayor y las capillas laterales de la iglesia de los capuchinos de Sevilla y las pinturas de la Sala Capitular de la catedral sevillana.
Más tarde realizará la decoración del templo del Hospital de la Caridad de Sevilla y su último encargo, las pinturas para el retablo de la iglesia del convento capuchino de Santa Catalina de Cádiz. Realizando esta obra sufre una caída del andamio y muere poco tiempo después.